¿Están seguros nuestros ahorros?

Pues depende.

En algunos casos sí, y en otros no. Nos explicamos.

Muchos miles de europeos creían que los ahorros de toda su vida estaban bien invertidos y eran seguros. Pero numerosas “sorpresas mayúsculas” les hicieron cambiar de opinión.

Los graves problemas del mundo financiero, en estos últimos años, se abordaron de formas traumáticas para muchos inversores. Hemos pasado del inefable “los depósitos son seguros”, “las IPF son sagradas”, “la renta fija no se mueve”, “las cajas de ahorro son lo más seguro”, etc., y como decíamos, hemos pasado de estas creencias a perder (en muchos casos) hasta el 100 por 100 de la inversión.

Y siendo esto traumático, que afectó a cientos de miles de inversores modestos, y tambien a otros inversores significativos dudosamente asesorados, lo inaceptable es que se llegara a esta situación extrema. Tanto los Bancos nacionales como Europeos demostraron una incompetencia absoluta, además de los derroches y clientelismo e ineficacia política, tema que ahora no toca.

Tal incompetencia sirvió para evidenciar que nuestros ahorros pueden no estar seguros…

¿Entonces qué hacemos? ¿Cómo poner a salvo los ahorros? Pues sería irresponsable no tratar de proteger los ahorros de toda la vida.

Pues en nuestra opinión vamos solo a dar tres ideas/mensajes:

Disponer de un buen análisis de cada inversor y su familia, hay que combinar bien los diferentes productos financieros. Al menos, hay que distinguir las necesidades a corto, medio y largo plazo; niveles asumibles de riesgo; preferencias del inversor; los costos y vías fiscales; actuar con opciones no solo financieras; contemplar en su caso los enfoques de sucesión.

Ante una cierta fiebre de miedo y huida en algunos casos, hay que serenarse. Hoy no es necesario coger el avión para abrir una cuenta local de un banco europeo, en Londres, Berlín o Paris. Sin salir de su casa hay productos –como innumerables fondos- que (bien elegidos) su inversión se puede encauzar geográficamente en cualquier parte del mundo.

Y desde luego asesorarse bien. Y no solo en base a la opinión del amigo o banquero de toda la vida, con nuestro respeto para ambos.

Un asesor válido tiene que tener experiencia dilatada en el mercado financiero y patrimonial; debe profundizar en los objetivos y necesidades del inversor; tiene que tener información de varias entidades (nacionales y extranjeras) y aconsejar las mejores y diferentes opciones de inversión; debe conocer los distintos enfoques que hay en el mercado global y tener una visión tambien global; debe contar con un equipo que analice igualmente las mejores vías fiscales, el soporte jurídico y patrimonial del inversor; y con toda esa información debe asesorar y bien.

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